ACCIDENTES CON GRAVES QUEMADURAS

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En U.S.A., cada año se registran 450,000 personas que sufren quemaduras, de las cuales, 45,000 son graves porque requieren de hospitalización, bien en centros especiales llamados “Burn centers” o bien en hospitales generales.

Los datos numéricos o estadísticas de quienes mueren, como son más minuciosas por sus graves resultados, se pueden utilizar para deducir los datos de quienes sobreviven, para que de esa manera uno pueda darse cuenta de cuáles son sus causas y sus efectos.

Cada año mueren 3,500 personas en incendios en este país, de los cuales, 3,000 se queman en sus casas y los restantes 500 resultan quemados por otras causas que van desde accidentes de tránsito y aéreos, hasta por contactos con la electricidad, químicos, líquidos calientes y otras causas. De ellos, tres cuartas partes o sea un 75% mueren en el lugar o mientras son transportados al hospital. Lo cual nos revela dos cosas a saber: por un lado, la gravedad de quemarse y por otro lado, que en caso de fuego, puede uno morir por la quemadura misma o bien por asfixia, esto es, por el envenenamiento del aire que se respira.

En la estadística de admisión de los centros especializados o “burn centers”, se sabe que, sobrevive un 96.1% de los quemados; de los cuales 70% son hombres y 30% mujeres. Lo que nos dice que ellas son más cuidadosas y también que en algunos casos desarrollan actividades menos peligrosas, incluso dentro de la casa.

60% son blancos; 19% son afroamericanos; 15% hispanos y 6% de las demás razas y orígenes.

El 44% se quema directamente por las llamas; 33% se escalda por líquidos calientes; 9% por contacto con cosas calientes; 4% tiene quemaduras debidas a la electricidad; 3% corresponde a quemaduras químicas y 7% por otras causas.

Esta estadística especializada nos dice que, un 68% se quema en su casa; 10% en su trabajo; 7% en una calle o autopista y 16% en diversos lugares, como puede ser un tren, un barco, un edificio público, un bosque o un parque.

Todos sabemos que quemarse puede ser muy grave o fatal; como también sabemos que, en muchos casos deja consecuencias irreparables y por ende permanentes; bien por las visibles cicatrices y deformaciones o bien por quedar lisiado o incapacitado parcial o totalmente.

Igualmente sabemos de lo costoso de los tratamientos, que requieren de personal, equipo y material especializado, durante largo tiempo y a veces de por vida.

Por eso son indispensables las campañas preventivas que nos informen no sólo de su peligro, sino además, de cómo se comportan ciertos materiales. Como por ejemplo, las alfombras y los árboles de navidad. Las cortinas y los muebles, especialmente los de madera laminada o aglomerada, aquí llamada como “playwood”.

Correctivamente, el camino es más largo y costoso. Va de los teléfonos de emergencia, a los bomberos, policías, ambulancias, salas de emergencia y de operaciones; médicos, enfermeras, terapeutas, camas de hospital y centros tanto de tratamiento como de recuperación y rehabilitación. Pasa también por los despachos de abogados especializados en muertes y lesiones por quemaduras, que nos deben apoyar para hacer efectivos esos costos que van desde nuestra curación hasta pensiones por invalidez. Particularmente porque los seguros médicos, de vida y los propios de los vehículos y de los lugares en donde suceden estos accidentes, se contratan y expiden por cantidades limitadas, que obligan a perseguir judicialmente al causante o al responsable solidario, hasta las últimas consecuencias.