En la madrugada del 21 de enero del año 2010, tras de haber caído una tormenta que duró casi cuatro días, una enorme palmera de una casa vecina, cayó sobre el automóvil del abogado Michael Burke.
Un rato después, cuando él estaba sacando una computadora de la cajuela de su carro, le cayó encima una segunda palmera que casi lo mata. Le rompió las dos piernas y le dejó paralítico para siempre.
Actualmente no puede valerse por sí mismo ya que se mueve en una silla de ruedas que tiene rentada. Tuvo que dejar de trabajar y necesita de la ayuda de su esposa. Lo que se empeora porque ambos tienen un hijo que también se encuentra enfermo puesto que padece de autismo.
Recientemente el abogado demandó a la Ciudad de San Diego, alegando que, desde el año de 1983 hasta el año del 2007, ellos inspeccionaban árboles y cortaban o podaban los que se morían o enfermaban para evitar que cayeran sobre la gente, casas, calles y automóviles. Pero a partir de un recorte del presupuesto público dejaron de hacer esa tarea a pesar de que, cada año tienen que cortar por lo menos una docena de árboles, por sus malas condiciones.
Por su parte, la Ciudad de San Diego no reconoce tener ninguna responsabilidad pues dice que esas palmeras estaban dentro del jardín de una casa particular del vecindario. No en una acera o jardín público, ni las tenían reportadas como peligrosas.
También la propia Ciudad de San Diego alega en su defensa que le es imposible inspeccionar cada árbol y que además, la ley no le exige esa obligación. Cosa a la que agrega que ya demandó al vecino en cuya propiedad estaban esas palmeras, para concluir que ella como autoridad sólo es responsable de los casos en que es conocida la situación peligrosa de los árboles y palmeras.
A su vez, los abogados de Michael Burke, sostienen lo siguiente: que antes del recorte presupuestal, en el citado año del 2007, o sea hace ya más de cinco años, los peritos en árboles de la Ciudad de San Diego, inspeccionaron esas palmeras y las calificaron un poco por debajo de una buena condición, por lo que conocían de su potencial peligro. Agregan que, cuando cayó la primera palmera sólo acordonaron exactamente el sitio en donde quedó, más no clausuraron la calle entera, ni advirtieron del peligro latente de las restantes palmeras a pesar de que ellos las revisaron y les sacaron fotografías, como también señalan que nadie atendió el hecho de que las mismas son muy antiguas puesto que fueron sembradas entre los años 1920s y 1930s.
Estos mismos abogados, sostienen que, en los días que precedieron el accidente, las tormentas no fueron muy fuertes por lo que todos los árboles y palmeras sanos, se sostuvieron en pie. Lo que revela que esas palmas eran viejas y estaban en mala condición.
Vale señalarse que, los daños sufridos por el señor Burke incluyen la pérdida de sus ingresos y se calculan por el mismo personal de la Ciudad de San Diego, en aproximadamente $8’000,000 de dólares.
Para concluir es de comentarse que, sólo en el caso de que, esas palmeras hubiesen estado en el jardín propio del abogado, este no tendría derecho a una compensación como la que exige, por lo que finalmente tanto la ciudad de San Diego como su vecino tendrán que indemnizarlo.
Siendo también de señalarse la contradicción en que incurre la Ciudad de San Diego, cuando sostiene que no tiene ninguna responsabilidad ni autoridad legal sobre la materia, al mismo tiempo que hace valer esa misma autoridad y su competencia sobre la materia cuando demanda directamente al vecino que es dueño de la finca de donde se cayeron esas palmeras.
Esta noticia se publicó recientemente en las páginas A 1 y A 6 de la primera sección o sección A del periódico U –T San Diego del viernes 23 de noviembre del 2012.